martes, 29 de junio de 2010

La otra modernización

Antes de comenzar, dos advertencias: La primera, es que no pretendo que este sea un blog deportivo, pero con un Mundial en curso, con tanto que un evento así le dice sobre la vida cotidiana y la sociedad al que lo quiera leer, es un poco inevitable llegar al fulbito una y otra vez (y bueno, si no le gusta, váyase a leer la Cosmopolitan). La segunda es que este post se nutre de conversaciones recientes, no todo es reflexión única y exclusivamente mía, lo que está bien porque me importa un pico agarrarme la barbilla y posar de intelectual, las grandes ideas a lo largo de la historia han surgido por la acumulación de conocimiento de millones de personas anónimas, no de la iluminación de unos pocos. Ya, ahora si.

Nos quedamos afuera del Mundial. Después de la pena enorme de ayer, por mi que se juegue la final mañana y el fin de semana juegue Colo Colo, pero como eso no va a pasar hay que responderse a uno mismo la pregunta de quién quiero que lo gane ahora. Además, también hay que plantearse que hacemos si se va Bielsa. Las dos preguntas tienden a converger dentro de una misma discusión, insinuada en el post anterior pero que ahora trataré de profundizar otro poquito.

El Miércoles pasado Piñera fue a la Casa Central de la Universidad de Chile, y fue “funado” por un grupo de estudiantes. La posición de “El Mercurio”, que suele ser la posición más lúcida en la derecha y el gran empresariado chileno, lejos de una reacción histérica y fetichista como la de otros medios igual de fachos, simplemente hizo referencia al hecho como una defensa al “modelo tradicional” de educación. ¿Qué tiene que ver esto con el Mundial? Siga leyendo.

Como cualquier futbolero que además sea una persona de buen corazón, me declaro opositor a la creciente mercantilización que sufre el deporte rey, que se traduce afuera de la cancha en un imperio irracional de la publicidad (que mejor ejemplo que ese comercial de mierda gracias al cual cortan los himnos, o el que ayer el segundo tiempo en TVN empezara en el minuto 46:30 porque Sodimac y Entel los tienen agarrados de un coco), y adentro de esta en un imperio del resultado que reemplaza el regocijo de ganar por el pánico a perder, fuerza conservadora y retardataria si las hay. Pero es muy desconcertante que la única respuesta que tengamos frente a eso sea la reivindicación nostálgica del “carasucia que mete una gambeta”, casi queriendo regresar al fútbol de los años 30, evocando imágenes en sepia de jugadores con bigote correteando detrás de una pelota de cuero-cuero para vencer a un arquero con boina, como la única respuesta posible.

Condenarnos a ser arrinconados a la vereda del tradicionalismo es condenarnos a ser derrotados por las fuerzas de la historia. Además que es tremendamente poco deseable: en el fútbol un “carasucia” puede ser protagonista, pero jamás he visto uno que gane un campeonato solo (ni siquiera Maradona lo hizo); y bueno, en la vida igual es bacán poder calentar el almuerzo en microondas en vez de darse la paja de hacer una fogata. Los discursos anticientíficos y posmodernos, además de que muchas veces no son aplicados por quienes los propugnan (es fácil agarrarse la barba y decir que “toda la modernidad era un error”, pero cuando se enferman igual van al médico y se toman un remedio, no se ponen a rezarle al sol), y de estar condenados a la derrota, al final son igual de conservadores.

De lo que se trata no es de tomar partido contra toda modernización, sino de construir otra, distinta a la que hoy se nos presenta como la única posible. No se trata de asumir rollos anti tecnológicos que lo único que hacen es anular el potencial creador de la humanidad, se trata de apropiarnos de ese potencial para construir entre todos un mundo nuevo, una alternativa de “modernización”, pero en serio. Que resguarde los valores que valga la pena resguardar en tanto sirven para que todos vivamos mejor (como decía un amigo, no es revolucionario atentar contra las leyes del tránsito), y que rompa de cuajo con aquellos que haya que desterrar porque solo sirven para legitimar el dominio y la explotación de unos por sobre otros.

Chile se destacó por su fútbol justamente por gritarle al mundo que fútbol moderno no significa fútbol defensivo. Que pasión y razón no solo son compatibles, si no que una es el alimento necesario para el despliegue pleno de la otra. Por más que Alexis haya deslumbrado al mundo (y eso que jugó ahí nomás, pecando de individualismo y tomando malas decisiones), la fuerza de Chile radicó tanto en él como en un Gary Medel, un Carlos Carmona, un Arturo Vidal, y muchos otros que se pusieron el overol.

Por supuesto que el mass media conservador, siempre tan lúcido como ya dije, cuando da cuenta del proceso encabezado por Bielsa rescata únicamente la “rigurosidad” transfigurada como un valor que surge no del trabajo cotidiano y colectivo, si no como algo que se puede enseñar en coachings ontológicos y cursos de management. En el fondo, para resumir la idea, si se va Bielsa y llega Pellegrini, de acuerdo a esa visión sería la continuidad de una línea modernizadora, contra la tradición de un Pelao Acosta o un Guatón Santibáñez.

Esa sería una derrota tremenda para los que creemos que otra modernización es posible, que el potencial acumulado da para mucho más, pero que requiere la conjunción de racionalidad y pasión, de convicción y responsabilidad en términos weberianos. Porque esa diferencia entre Bielsa y Pellegrini es clave. Puedo asegurar que ningún jugador de la Católica derramó lágrimas cuando dejaron escapar el título el 94, ni hablar de los jugadores del Real Madrid de este año; como si lo hicieron nuestros cabros ayer al perder con Brasil.

Hay otro factor importantísimo que se está quedando afuera, y que además (como se verá más adelante) es clave para justificar quién tiene que ganar este Mundial. Esta nueva modernización, la construcción de este nuevo mundo posible, tiene un carácter de clase nítido, consciente y tangible. No es casual en lo absoluto que Bielsa rechace la pompa y la formalidad, que viva en Pinto Durán, se vista con buzo incluso para un acto oficial, y que sea “roto” con alguien como Piñera.

Entender que táctica y pasión, rigurosidad sin robotización, y flexibilidad sin desorden, son componentes consustanciales de una verdadera modernización futbolística, es la clave para que sigamos continuando la senda abierta por Bielsa. Todo eso puesto al servicio de la gran mayoría de este país. Traer a un Pellegrini o a cualquier equivalente funcional es echar por tierra ese aprendizaje. En resumen: si se va Bielsa, cualquiera que pueda continuar su trabajo (leía hoy la posibilidad de que se quede el “Toto” Berizzo... no me desagrada en absoluto)... y Pellegrini no, por favor.

Ya, queda la otra pregunta, quién tiene que ganar el Mundial. Su respuesta debería estar atravesada por quién es más capaz de realizar ese ideal de modernización. Pero decir que esa es la primera tendencia instintiva que surge es mentir. Obviamente la prioridad la tiene el instinto propio de (nuevamente) cualquier persona de buen corazón de apoyar a los más “débiles” a priori, y más aún si son sudamericanos, así que todo el aguante para Paraguay y Uruguay (aunque si triunfa Ghana, el aguante para ellos también). Pero eso tampoco va a ocurrir, así que hay que mojarse el potito y elegir dentro de los equipos que tienen chances reales.

Ante esa realidad, mi elección es Argentina. No puedo negar que la razón principal es biográfica, asociada a la historia de mis abuelos en Mendoza en esos años tan de mierda para nuestro país (se me viene a la mente mi papá contándome la historia del médico que le dijo a mi tata “señor, ud. está en la Argentina”, si salen campeones la cuento más en extenso), y a los lazos que dejó en lo que hoy es una especie de pseudofamilia a la que tuve el placer de reencontrar el verano pasado y vaya a través de estas líneas un abrazo grande para ellos. Pero también, y sobretodo, el criterio fundamental está dado por las razones anteriormente expuestas.

Es muy fácil aislar un apoyo a Argentina a la vereda del tradicionalismo. A primera vista, qué más paradigmático de la reivindicación conservadora al “carasucia de gambeta insolente” que refugiarse en la figura de Maradona (es lo que hace alguien como Galeano por ejemplo). Pero cualquiera que haya visto un partido de Argentina, verá que Diego algo aprendió (o al menos se rodeó de gente que sabe), es un equipo hoy mucho más ordenado, donde sus individualidades destacan en tanto sirven al juego colectivo, donde la espectacularidad de Messi se sustenta en que esté Higuaín para meterla, que esté Heinze (que manera de tapar bocas, incluida la mía) para despejarlo todo, y así. No es casual que varios de los goles argentinos hayan sido de pelota parada: prueba inequívoca de que, por lo menos, algo de trabajo y conocimiento de los rivales hay.

Pero lo central aquí tiene que ver con el carácter de clase de la nueva modernización, del mundo nuevo que queremos construir. Todo el ámbito mediático de la élite está hoy con los dientes afilados ante una posible derrota de Argentina. Todos ellos quieren ver pasar el cadáver de Maradona, para mostrar como alguien con esa condición de clase no puede ser conductor de un grupo humano, no puede ser el depositario de una labor tan noble como liderar el camino hacia la victoria. Que los líderes son los que tienen los mil cursos de management debajo del brazo. El camino perfecto para un Macri 2011 (o alguien parecido) en el hermano país, con todo lo nefasto que eso sería para el continente americano.

No me cabe ninguna duda de que, si esto no pasa, si Argentina levanta la Copa, ya tendrán preparado todo un discurso orientado a concentrar el éxito en la figura de Messi, cuya condición europea y “civilizada”, cuyo desayuno de jugo de naranja y pan tostado todos los días es condición de posibilidad para el éxito. Pero esa pirueta mediática será mucho más difícil que lo que hacen con Bielsa. Maradona es menos “derechizable” si se quiere decirlo así, por cuma, por su total ausencia de modales, por venir de Villa Fiorito, por habérselo jalado todo y aún así seguir peleándola.

Así que con todas las limitaciones, con todo el riesgo de ser tergiversado, de ser depositado en la vereda del tradicionalismo (ciertamente es una desventaja, Maradona es muy fácilmente arrinconable hacia allá), hoy el mundo nuevo, el triunfo de una modernización verdadera que barra tanto con la tradición anacrónica como con la capitalización europea, está representado por Argentina. Con muchísimas limitaciones y peros, es muy tergiversable, muy arrinconable. Pero es lo que hay.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dos párrafos antes supe que tu elección era Argentina.

Diría varias cosas sobre el texto, pero ahora me falta tiempo, así que diré sólo una:

¡Putas que me gustó tu texto!

Saludos,

Peñailo.

Dayiah L'hotelier dijo...

el interés de leer me llegó hasta el segundo post (incluyendo el en inglés, que me hizo reir caleta XD. imaginé tu cara de frustación tratando de escribir esas frases y no paré de reír un buen rato xD)

pero igual quería comentarte algo que me quedó dando bote.

un profesor de Escritura en USA me dijo una vez que escribir un diario es lo mejor que uno puede hacer para conocerse a si mismo ("como escritor", agregaba, pero para el caso prefiero suprimir esa parte)

simplemente concuerdo con la frase, y se me vino a la mente al leer tu post de bienvenida a regañadientes.

estas cosas son para conocerse a uno mismo. la gracia es no escribirselas a un público, sino que para ti. el plus de hacerlo online es que uno no espera que alguien más lo vea, y cuando lo hacen, y te lo dicen, es una sensación bien extraña, pero agradable, porque mostrarte una parte de ti.

el mío lo tengo desde el 2006 (el anterior a ese, desde el 2003) y es increíble re-leerme de vez en cuando, y ver como he cambiado.

si quieres puedes mirarlo tú tb :)

te amo muxo, más de lo que crees (creo yo)

XOXO! (a lo gossip girl XD)